Se reflejaba en su rostro la suave luz de la luna,
su iluminada y cautivante beldad, desafiaba los aires de aquel delicado
aposento… Te veo tan risueña, tan serena, pareces una diosa inmersa en un mar
de melancolía.
Un sutil perfume expulsaban las flores (en aquel
instante), emitiéndome recuerdos de aquellos años mozos en los que por el
vergel sonreíamos, en donde el viento te acariciaba envolviéndote en un
serpentear de aromas y tu esbelta figura coqueteaba en una danza de felicidad…
¡Cómo apreciábamos las caídas del sol día a día! ¿Lo recuerdas? Veíamos segundo
a segundo su copular con el inmenso mar, era un momento en que todas las aves
del cielo se regocijaban por tan magno evento y todo aquel horizonte era engalanado por un
festín multicolor, pareciera que ese memorable espectáculo, te rendía pleitesía…
La verdad, es que era toda una pintura natural, pintada con el más fino pincel,
con el pincel de la armonía…
Tuve el privilegio de honrarte, de poder descubrir
tu sencillez, de poder conocer el volcán de tu ternura, de poder suspirar en
noches de locura, de poder llenarme todo de ti.
¡Hoy! Veo una obra maestra reflejada por la luna,
una fuente de gracia pura, que expiró de su existir…
(victolman)
23/11/2013.
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